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Por: Ocio en Córdoba

Quinteto Sónico reúne la modernidad de Piazzolla y Rovira que “pretendió cambiar el tango”.

 

El conjunto que el contrabajista argentino Ariel Eberstein creó en Bélgica en 2015 y por estos días gira por Ecuador y Colombia, se anima en su disco “Piazzolla-Rovira: The Edge of Tango” a reunir a dos referentes de la vanguardia tanguera.

Por Sergio Arboleya

El Quineto Sónico, con invitados, homenajean a Piazzolla y Rovira

El Quinteto Sónico, que el contrabajista argentino Ariel Eberstein creó en Bélgica en 2015 y por estos días gira por Ecuador y Colombia, se anima en su disco “Piazzolla-Rovira: The Edge of Tango” a reunir a dos referentes de la vanguardia tanguera que, según el músico, “en sus búsquedas artísticas pretendieron cambiar el género”.

“En esta etapa inicial de Piazzolla y Rovira que presentamos en nuestro tercer disco, estas búsquedas las realizaron con cierto ‘desorden’ compositivo y cierto exceso en los planteos pero lo que parece una caótica explosión de creatividad está en cambio basado en la pretensión de cambiar el tango”, asegura Eberstein durante una comunicación con Télam.

La aventura de Sónico en torno a estos dos grandes nombres de la creación tanguera incluyó la dificultad adicional de hacerlo a partir de las formaciones de octeto que ambos cultivaron, que no son las más conocidas de sus trayectos y que obligó a que el quinteto amplíe su formación.

El Octeto Buenos Aires, de Astor Piazzolla.

El Octeto Buenos Aires, de Astor Piazzolla.

Así, a la alineación básica del quinteto con los argentinos Eberstein y Camilo Córdoba (guitarra eléctrica) más el pianista belga Ivo De Greef, el bandoneonista francés Lysandre Donoso y el violinista estadounidense Stephen Meyer, se sumaron Oscar Quiñonez (México, en viola, Carmela Delgado (Francia, en bandoneón), Daniel Hurtado Jiménez (España, en violín), Guillaume Lagravière (Francia, en violoncello) y Gaetan La Mela (Bélgica, en glockenspiel).

El violinista Meyer apunta al respecto a Télam que “es la primera vez en un mismo disco que se reúnen el Octeto Buenos Aires (de Piazzolla) y el Octeto La Plata (de Rovira), grupos fundantes del tango contemporáneo y primeras experiencias de estos compositores en la construcción de un tango nuevo”.

Adiós Nonino

Sobre este trabajo de recuperación de estas creaciones, Eberstein añade que “estos octetos difieren en sus formaciones: mientras que Rovira opta por una cuerda completa, Piazzolla decide incluir dos bandoneones y guitarra eléctrica por primera vez en el tango. Y además debimos reconstruir 14 de los 16 temas incluidos en este álbum doble, con cuatro de ellos inéditos recuperados de grabaciones no comerciales”.

En “Piazzolla-Rovira: The Edge of Tango”, registrado en marzo de 2021 y con un recital por streaming que a fines de mayo pasado se vio por la señal Film&Arts, Sónico ejecuta, en el disco 1 “Serial Dodecafónico”, “Sin Título”, “Monroe 3307” y “Sinfonía”, de Rovira y sus arreglos sobre “Nonino”, “Tango del Ángel” “Melancólico Buenos Aires” (los tres de Piazzolla) y “A Horacio Paz”, de Enrique Lannoo.

“Rovira y Piazzolla estaban interesados en enriquecer las armonías, experimentar con la estructura, introducir elementos de otros géneros musicales y en genera un tango para escuchar, en contraposición al tango para bailar”.

ARIEL EBERSTEIN

La placa 2 incluye “Marrón y Azul” de Piazzolla y sus arreglos a partir de “Taconeando”, de Pedro Maffia, “Tangology”, de Horacio Malvicino, “Arrabal”, de José Pascual, “Tierra Querida”, de Julio De Caro, “Los Mareados”, de Juan Carlos Cobian, “El Entrerriano”, de Rosendo Mendizábal, y “A Fuego Lento”, de Horacio Salgán.

Con ese repertorio, la agrupación está terminando hoy en la Universidad de Los Andes de Bogotá, una gira con otra media docena de conciertos que comenzó el 24 de septiembre en Ecuador y además abracó otras ciudades colombianas. Mientras que desde el viernes venidero comenzará su tour europeo con epicentro en Bélgica.

El guitarrista argentino Córdoba indica a Télam que “Piazzolla y Rovira volcaron las influencias de la música académica, y la admiración de compositores como Bela Bartok e Igor Stravinsky, entre otros. A su vez ambos han incursionado en la composición para distintos tipos de formaciones, acentuando de esta manera una búsqueda estética que pretendía alejarse de la típica formación de orquesta de tango para bailes de las décadas precedentes”.

“Tanto Piazzolla como Rovira –abunda- han introducido una nueva tímbrica en la sonoridad del tango a través de la incorporación de la guitarra eléctrica, la cual dio un golpe de modernidad al género y lo acercó a otras músicas populares como el jazz, además de propiciar la improvisación”.

El Octeto Buenos Aires, de Edgardo Rovira.

El Octeto Buenos Aires, de Edgardo Rovira.

En busca de más vinculaciones entre los dos artistas, Eberstein señala que “ambos vienen de experiencias en las formaciones más influyentes en la época de oro del tango (Piazzolla con Troilo y Rovira con Gobbi, Basso, Maderna, Caló y Manzi) pero se aburrían con el formulismo repetitivo del género y para no frustrarse artísticamente, buscaron llevar el tango tradicional hacia un extremo que los alejó del público masivo al que estaban acostumbrados con esas formaciones.

“Si bien la búsqueda fue diferente tuvo muchos puntos de contacto: la principal tal vez fue dejar en segundo plano la faz comercial; integrar el repertorio con obras de actualidad en la búsqueda de elevar la calidad del tango”, subraya el contrabajista.

En similar sentido, Meyer aporta que “Rovira y Piazzolla estaban interesados en enriquecer las armonías, experimentar con la estructura, introducir elementos de otros géneros musicales y en genera un tango para escuchar, en contraposición al tango para bailar”.

Fuente: telam

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