Un día soñamos alto, y allá fuimos.

Nos lanzamos a hacer algo nuevo y a construir desde cero.
Porque creemos que no todo está dicho. Que el misterio existe. Que aún hay caminos por descubrir. Estamos forjando el nuestro. Y creemos que llega lejos, muy lejos, a lugares insospechados.

Creemos en la mística de nuestro lugar de origen. En la Historia, las historias y las leyendas. Creemos en el suelo. En los vientos, el agua y el mineral. En las manos que se hunden en la tierra. Creemos en impulsar un pueblo y aprender de su sabiduría. El entorno nos inspira. Aquí todo es diferente, por eso siempre supimos que teníamos que hacer las cosas de otra manera, a la nuestra.

Creemos en la unión de lo humano y lo divino. Creemos en el poder del vino, ancestral, símbolo de lo sagrado, para abrir puertas. Para invitarnos a otras latitudes y otros tiempos. Arriesgarse es parte de la vida, pero sus frutos pueden ser asombrosos. Lo estamos logrando. Hacemos vino de calidad y de personalidad propia donde nunca antes se había hecho. Y aún nos queda mucho por alcanzar. Porque seguimos soñando alto y moviéndonos para hacerlo realidad. Creemos en el esfuerzo. El respeto. Creemos en el encuentro entre personas y en los profundos afectos como motores para los que trabajamos haciendo realidad este proyecto. Creemos en lo auténtico. En las experiencias únicas. Creemos en hacer un vino propio de nuestra tierra, sabemos que hacemos otro vino.

Fuente: delgredal.com